viernes, 7 de junio de 2013

El respeto a los demás es la convivencia

Según el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), la convivencia se define como: «la dinámica social basada en relaciones de confianza y cooperación, en la que todas las personas se sienten parte de una sociedad, disfrutan de derechos humanos y de oportunidades socialmente construidas y expresadas». Siguiendo esta idea, el Ministerio de Educación Pública (MEP) –en colaboración con el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF)–, diseñó la «Guía para la formulación de la estrategia de convivencia en centros educativos». 

Este informe procura la creación de estrategias propias en cada lugar de estudios para optimizar las relaciones entre sus componentes.
Así, se procura poner coto a situaciones indeseables que se han presentado en los últimos tiempos. Ha habido casos de alumnos amedrentados y heridos con armas punzocortantes; o menores que menoscaban la integridad de sus compañeros a través de acoso psicológico y verbal. También es común la discriminación por creencias religiosas, preferencias sexuales o color de piel. A raíz de lo anterior, el MEP comenzó un plan piloto en el 2010 a través de «Convivir».

Dicho programa se compone de actividades culturales y deportivas aupadas por los propios gobiernos estudiantiles. La intención es que, en el futuro, se apacigüe el ambiente intolerante y hostil que se vive en ciertos sectores de la ciudadanía. En palabras del propio ministro de la cartera, Leonardo Garnier Rímolo, «nuestra identidad, independencia y libertad siempre se forja (sic) en convivencia». Y agregó: «El sentido de nuestros actos y pensamientos está tanto en nosotros mismos como en la relación que tenemos con los demás: en lo que nuestros actos, ideas y sentimientos signifiquen para ellos». Las intenciones del jerarca han despertado el reconocimiento público por sus esfuerzos. Pero también le han granjeado agrias disputas con el integrismo local. Aún está fresco el enfrentamiento que generaron los «Programas de Educación para la Afectividad y la Sexualidad». Fue la propia Sala Constitucional la que dirimió el asunto con una decisión salomónica: los alumnos podrían recibir el curso siempre y cuando contaran con la aprobación de sus padres o tutores.
Al final, alrededor de 98% del alumnado de sétimo, octavo y noveno año acabó recibiendo el contenido didáctico.

«Se trata de conocer y disfrutar con las diferencias y las similitudes que nos caracterizan. Especialmente las diferencias que son las que más nos enriquecen, las que nos ayudan a cambiar, a mejorar, a conocer nuevas visiones, nuevos sentimientos», concluyó. Si bien las bases de una buena convivencia se fundan en la familia, estas se fortalecen en los centros educativos. Además, se potencian en los demás espacios sociales: la calle, trabajo, transporte público o cualquier otro sitio donde haya dos o más personas. Así, termina impactando en nuestra calidad de vida. Por eso es imprescindible que la humanidad completa trabaje por establecer relaciones humanas pacíficas y amigables. Esta es una tarea titánica, compuesta por esfuerzos cotidianos en pro de los valores de autonomía, colaboración, respeto y solidaridad.

En ese sentido, el hotel y villas Pranamar se ha caracterizado por estimular estos conceptos. Tienen un enfoque holístico en el que se cultiva el respeto hacia el medio ambiente, más allá de las meras relaciones interpersonales. En cualquier caso, podrá disfrutar de instalaciones de lujo en un ambiente relajado y responsable socialmente.

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