A principios del mes de agosto, Costa Rica presentó un análisis acerca de la situación actual de la biodiversidad en su territorio. En él se incluyen los recursos genéticos que se emplean en la agricultura para producir alimentos y materias primas. Se comenzó así la actualización de la Estrategia Nacional de Biodiversidad 2014-2020 (ENB).
Según las declaraciones de la viceministra de Ambiente y Energía, Ana Lorena Guevara, se pretende cumplir con los compromisos internacionales adquiridos por el Estado costarricense.
En primer término, se desea plasmar como parte del Plan Estratégico para la Diversidad Biológica 2011-2020. Asimismo, forma parte de las Metas de Aichi del 2010, adoptadas por la Conferencia de las Partes del Convenio de Diversidad Biológica en Japón. El convenio propone impulsar la conservación de los recursos de la biodiversidad, su utilización sostenible y la distribución justa y equitativa de los beneficios obtenidos por dicho uso.
El estudio comprobó que las amenazas al medio ambiente son múltiples. Se pueden citar, por ejemplo, el incremento de la población humana, sus patrones de uso y consumo. Esto degenera en contaminación, cambio de hábitats y sobreexplotación. A su vez, se crean las condiciones propicias para la variabilidad, el cambio climático y, consecuentemente, la penetración de especies invasoras.
Si bien entre el 2011 y el 2013 se reportaron 5.000 especies nuevas en Costa Rica, Guevara también hizo hincapié en algunos puntos negativos:
«Hemos venido perdiendo diversidad agrícola y por eso pensamos que dentro de la actualización de la ENB hay que establecer acciones concretas para la conservación de recursos fito y zoogenéticos, de cara a la alimentación del mundo», dijo.
La iniciativa fue puesta en marcha por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) con el patrocinio del Fondo para el Medio Ambiente Mundial (GEF, por sus siglas en inglés). Este proyecto se crea de forma participativa mediante consultas multisectoriales, un proceso apoyado por la oficina del Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA).
De acuerdo a Marta Liliana Jiménez, directora ejecutiva de la oficina técnica de la Comisión Nacional para la Gestión de la Biodiversidad (CONAGEBio), el plan de actualización de la ENB se compone de tres etapas. En la primera parte se diagnostica el estado de la biodiversidad y su marco normativo. Posteriormente se establece una política y un proyecto de acción para implementar la estrategia. Al final se desarrollan los mecanismos de intercambio de información y el estudio económico de servicios ambientales de los ecosistemas.
«Como parte de las Metas de Aichi, Costa Rica debería tener lista la ENB para el 2015, así como un plan de acción eficaz y participativo», aseguró Jiménez.
En el caso costarricense, la vigilancia en el cumplimiento de las obligaciones les corresponde al CONAGEBio y al Sistema Nacional de Áreas de Conservación (SINAC), órganos del Ministerio de Ambiente, Energía y Mares (MINAE). Tal cartera responde al interés gubernamental por la preservación del patrimonio natural del país. Este sirve de acicate para otras iniciativas de carácter privado, sobre todo vinculadas al sector turístico. Un claro ejemplo de ello es el hotel Nicuesa, ubicado en la zona aledaña al Parque Nacional Piedras Blancas, en el Pacífico sur. Se vislumbra como un proyecto en respetuoso del entorno y un sitio para vacacionar de primer orden.
Por: Andrés Figueroa Vásquez.
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